
Búsqueda de Albergue
para la Mater, San José y el Niño Dios
Novena de Navidad 2024
Escucha la invitación a rezar la Novena a continuación:
Esta Navidad es especial para cada uno de nosotros, los peregrinos, del Santuario Cenáculo de Bellavista.
La Mater junto a San José y su Niño no tiene un lugar donde hospedarse en esta Navidad… Han tenido que dejar su “Casa” su Santuario porque la inclemencia del tiempo ha destruido el techo de su hogar y parte de las instalaciones de su alrededor.
Ellos que siempre nos regalan hogar, hoy no lo tienen y esperan que tu corazón sea ese lugar sencillo y cálido que pueda acogerlos.
Te invitamos a rezar cada día esta búsqueda de albergue y armar tu pesebre en preparación a la Navidad. Todo lo puedes ofrecer como un aporte al capital de gracias para que muy pronto este lugar vuelva a ser el hogar de la Mater, San José, su Hijo Jesús y el de todos nosotros.
Doble Clic en la imagen para rezar la Novena de cada día:
Los más pequeños
Un cuento para compartir en familia
Los hombres esperaban la llegada del Salvador. También los animales.
- La Jirafa dijo: “Yo lo veré primero, pues tengo un cuello largo”
- “¡ No, gritó el Águila– yo lo veré primero! Pues puedo volar tan alto como los ángeles.
- “Yo soy el más fuerte dijo el Elefante– pisaré los bosques como hierba, preparándole un buen camino”
- “Con mi poderosa voz lo llamaré dijo el León. Seguramente vendrá a ver de quién es esa voz tan fuerte, así lo veré primero y luego lo comunicaré”
- “El vendrá ´por la noche – aseguró riéndose el Murciélago y por eso lo veré primero”
- “Él es un Rey opinó el Caballo y montará sobre mí”
- “¡Oh, no! dijo el Camello yo lo llevaré mucho mejor que tú”
- “Él es tan grande, es Dios, respondió el Elefante por eso mi espalda le servirá mejor”
Los animales pequeños que estaban allí, ya no tenían ánimo de opinar nada. Entre ellos estaba un Burro que era ciego y un Buey, que en voz baja dijo al burro: “Tú y yo no veremos nunca al buen Dios, pues tú eres ciego y yo soy sordo y nuestras patas ya no pueden llegar muy lejos”
Y sin hacer ruido volvieron a su viejo establo. Con ellos iban un pobre cordero y un ratón. Estaban tristes y tenían hambre. No veían la gran estrella que brillaba sobre el establo y allí se encontraron con María, José y el Niño envuelto en pañales.
El León gritaba pero su voz no era suficientemente fuerte. El Elefante lo pisaba todo, pero todo se levantaba otra vez, y como corría tanto que de pronto estuvo ante alguien que llevaba una corona. “Hijo de Dios, gran rey, ven y te llevaré” dijo el Elefante casi sin voz.
El rey se montó y le explicó: “No soy el Rey del mundo, pero quiero ir donde él, me llamo Baltasar”
También el camello encontró un rey, pero era Gaspar, y el caballo llegó con el rey Melchor. Todos llegaban al establo: los reyes, los animales y los pastores. Pero ¿quién había percibido primero al Niño Dios? ¡El Burro lo sintió y el Buey lo vió!
El Niño Jesús les sonrió, fueron sus primeros regalos, el burro ciego y el viejo buey. Así finalmente, comenzando por los más humildes, todos llegaron a adorar a su REY, el NIÑO DIOS.